El patrimonio, la jubilación y esa variable que lo cambia todo: la inflación.
En una mentoría esta semana, mientras planificábamos estrategias de retiro patrimonial, surgió la pregunta clave que obsesiona a cualquier inversor: ¿Cuáles son los mejores activos para defendernos de la inflación?
La mayor parte de los lectores de esta newsletter responderían, con toda la razón del mundo, que el inmobiliario o la bolsa. Son las respuestas obvias y, por supuesto, correctas en muchos escenarios. Sin embargo, creo que muy pocos mencionarían el que puede ser uno de los escudos más potentes y contraintuitivos contra la pérdida de poder adquisitivo: la deuda.
Sí, has leído bien. Endeudarse, bajo las circunstancias adecuadas, puede ser una de las mejores decisiones financieras en un entorno de alta inflación. La inflación tiene un componente mágico que, para el deudor, convierte una pesada carga en una pluma que el viento se lleva.
Permíteme que te ponga un par de ejemplos históricos para que entendamos de qué estamos hablando.
Caso 1: Argentina y el sorteo para conseguir una hipoteca
Argentina es un laboratorio constante de fenómenos económicos. La historia de Toto y Julia, familiares míos, es un ejemplo perfecto de cómo la deuda puede jugar a tu favor. Ellos construyeron su vivienda gracias a un programa de préstamos llamado PRO.CRE.AR.
Este plan, impulsado por el Estado, permitía acceder a créditos para la construcción con un tipo de interés muy bajo. ¿La apuesta? Confiar en que la histórica y galopante inflación argentina hiciera su trabajo. Y vaya si lo hizo. Con el paso de los años, las cuotas del préstamo se volvieron irrisorias, una fracción mínima de sus ingresos, mientras el valor de su casa se disparaba. La deuda, en la práctica, se pagó sola.
Lo más curioso y revelador de este programa no es solo su resultado, sino su mecanismo de acceso. Para que te concedieran el préstamo, debías entrar en un sorteo con una probabilidad del 50%. Piénsalo un momento. Mientras en países como España se hacen sorteos de viviendas, en Argentina se hacían sorteos para conseguir deudas en pesos. Esto nos da una idea del valor real que puede tener un préstamo en la moneda local cuando la inflación es la norma. No es un pasivo, es un activo.
Caso 2: La Alemania de Weimar y los "Reyes de la Inflación"
Para el segundo ejemplo, viajamos a uno de los episodios más estudiados de la historia económica: la hiperinflación alemana entre 1921 y 1924. Te recomiendo encarecidamente el libro When Money Dies de Adam Fergusson, que relata este periodo de forma magistral.
Para quienes tenían ahorros, fue la ruina. Para quienes tenían deudas, fue, paradójicamente, una bendición.
Las hipotecas, los préstamos comerciales y cualquier deuda contraída en marcos antes de la crisis pudieron ser liquidadas con una moneda que, en la práctica, no valía nada. Un préstamo que habría requerido el trabajo de toda una vida para ser devuelto, de repente podía ser saldado con el equivalente al precio de una barra de pan.
Industriales y especuladores astutos se aprovecharon de esta situación para expandir sus imperios, adquiriendo activos a cambio de deudas que se pulverizaban.
La estrategia: cambiar papel por activos reales
La estrategia fundamental era simple en su concepción, pero requería acceso al crédito, nervios de acero y una total falta de fe en el futuro del Papiermark alemán. El proceso se desarrollaba en varios pasos:
Obtención de Créditos Masivos: Los grandes industriales solicitaban préstamos gigantescos en marcos. Los bancos, inundados de dinero recién impreso por el Reichsbank, estaban más que dispuestos a prestar a tasas de interés que, aunque parecían altas, eran ridículamente bajas en comparación con la tasa real de inflación.
Inversión Inmediata en Activos Tangibles (Sachwerte): El dinero obtenido no se guardaba ni un segundo. Se invertía de inmediato en "activos reales" que sí conservaban su valor: fábricas, empresas, bienes inmuebles, materias primas (carbón, acero) e incluso divisas extranjeras estables como el dólar o la libra esterlina.
La Deuda se Evapora: Mientras el valor de sus nuevos activos se mantenía o aumentaba, el valor de su deuda en marcos se desintegraba. Una deuda de 100 millones de marcos, que al principio representaba una gran fábrica, al cabo de unos meses apenas alcanzaba para comprar una carretilla.
Liquidación de la Deuda: Llegado el momento, el industrial liquidaba el préstamo con marcos devaluados. En la práctica, devolvía una suma sin ningún valor real, habiendo adquirido a cambio un activo productivo y duradero. Habían realizado la transacción de sus vidas: cambiar papel sin valor por riqueza tangible.
El caso emblemático: Hugo Stinnes y el fin del "Rey de la Inflación"
Ninguna figura encarna mejor este fenómeno que Hugo Stinnes. Considerado el especulador más poderoso de la época, Stinnes vio en la inflación una oportunidad única. Utilizaba la deuda para adquirir todo el proceso productivo: desde los bosques que proporcionaban la madera, los barcos y ferrocarriles que transportaban el material, hasta los periódicos que usaba para influir en la opinión pública.
Llegó a controlar cerca del 20% de la producción industrial de Alemania. Se dice que Stinnes afirmaba que la única forma de protegerse era "endeudarse hasta el cuello". Comprendió antes que nadie que el dinero era una ilusión pasajera y que el único valor real residía en los activos físicos.
Pero, ¿cómo acabó su historia? La estrategia de Stinnes era una apuesta total a que la inflación continuaría para siempre. Sin embargo, en 1924, el gobierno alemán introdujo una nueva moneda, el Rentenmark, estabilizando la economía de forma abrupta. Para el imperio de Stinnes, fue el principio del fin. Murió inesperadamente en abril de ese mismo año, y sus herederos se encontraron con un conglomerado gigantesco sostenido por deudas masivas que, de la noche a la mañana, ya no se podían pagar con dinero sin valor. Las deudas fueron revaluadas a la nueva moneda estable. El imperio, incapaz de hacer frente a sus obligaciones reales, se derrumbó y fue desmantelado.
La historia de Stinnes no es solo un testimonio del poder de la deuda en épocas de inflación, sino también una advertencia: Cuidado de embriagarnos de deuda de manera masiva.
Reflexión dominical
¿Has pensado que tener deuda puede ser un activo?
¿En el momento de planificar tu libertad financiera has contado con la posibilidad de la deuda?
Feliz domingo
Josean Paunero.
He contado con la deuda como medio de proteger mi patrimonio, compra de un piso.
Ojo: tipo fijo (los diez primeros años, no conseguí más plazo! y con el dinero disponible (invertido) para amortizar la deuda llegado el momento.
Tuve muchos problemas en casa, mi mujer no lo entendía (sigue sin entenderlo) - Gracias nuevamente a Jordi por tantas y tantas explicaciones sobre este tema.
Cuando el primero de mis hijos compre piso, mi idea es que parte del precio se pague con sus ahorros, parte con un préstamo hipotecario y parte con un préstamo entre particulares sin intereses.
Mi capacidad de inversión queda ahí, no llego a industrias o negocios.
He intentado trasladar estas ideas a mis hijos, debo reconocer que la gente en general no entra en tanto análisis, se endeuda muchas veces por encima de sus posibilidades (el inmobiliario también baja) y no tiene prisa en devolver los préstamos (el exceso de ahorro muchas veces lo destinan a consumo, lo que está muy bien para vivir la vida, pero desafortunadamente a veces la vida cambia y te da sustos)
En definitiva: como le ocurrió al industrial del ejemplo: endeudamiento sí, pero controlado. Y creo que no es fácil determinar cuál es el ratio de endeudamiento adecuado..
Muy ingenioso convertir el endeudamiento en un activo pero los ejemplos ya indican claramente que son para situaciones muy concretas de altísima inflación. Viviendo en una espacio como la UE que tiene como objetivo una inflación del 2% (del que no se suele desviar mucho ni por mucho tiempo) esa estrategia no da para hacerse rico. Pero vaya!! que yo soy el primero que hace 6 meses he comprado un piso en mi pueblo y he pedido casi el 80% de la hipoteca teniendo el dinero para pagarlo a tocateja. Ahora toca que las inversiones que haga con ese dinero superen el 2.5% de mi interés fijo :-)